Juan Pablo Zaramella es un animador independiente argentino, egresado del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda (IDAC) como Director de Cine Animado.​ Su carrera profesional comienza en los años 2000 haciendo cortos que escribe, dirige y anima. Sus primeros trabajos empezaron rápidamente a circular por festivales internacionales, los cuales atrajeron la atención del mundo de la publicidad. 

Todos sus cortos independientes fueron premiados y recorrieron el mundo. Su cortometraje Luminaris, publicado en 2011, ha ganado 324 premios en todo el mundo, obteniendo el Récord Guinness al corto más premiado en la historia. En este, Zaramella muestra la vida “en un mundo en el que la luz reina y marca el ritmo de la vida” en donde “un hombre común tiene un plan que puede cambiar el rumbo de las cosas”.

El filme está inspirado por el tango instrumental “Lluvia de Estrellas”, compuesto por Osmar Maderna en los años 40. El director explica: «Conozco este tango desde muy pequeño, porque mis padres y abuelos solían escucharlo. Siempre me gustó su música, pero de adulto caí en la cuenta de que sonaba como la banda de sonido de una película, que parecía contar una historia que aún no existía. En 2008 me seleccionaron para una residencia de creación en Abbaye de Fontevraud, en Francia, y decidí aprovechar la oportunidad para desarrollar este proyecto».

La sociedad se rige por las normas de la luz: cuando aparece el sol e ilumina las casas, los hombres y las cosas, se levantan y se mueven con ella. El hombre común trabaja creando bombillas de luz a partir de bolitas, junto a una mujer que las enciende, y cada vez que tiene la oportunidad guarda algunas para su plan: encender el mundo cuando el sol no lo hace; movilizar al mundo apagado, sumido en la oscuridad (aunque de eso nos enteramos al final). Cuando el jefe se entera que le roba, lo echa; por lo que sus planes se ven frustrados. Sin embargo, es la mujer que trabaja con él la que lo ayuda y juntos encienden la noche con una gigantesca bombilla. 

Una interpretación de la vida de un trabajador conducido por un mundo capitalista donde todo se mueve por la carga horaria y la producción en masa, donde las personas solo tienen ese fin: trabajar. Y la luz artificial en la noche se traduce en la libertad de “movimiento” que durante el día no pueden tener, es decir, que por la noche la luz no marca ese ritmo de vida de trabajo que durante el día se hace presente. 

Sin dudas, Zaramella le asigna al personaje principal la esperanza de regirse por sí mismo mientras en el personaje de la mujer recae la importancia de la necesidad de otro para lograr los verdaderos cambios.

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