
Esta semana falleció a los 97 años en París Adolfo Kaminsky nacido en Buenos Aires en 1925 en el seno de una familia judía de origen ruso. Fué uno de los más grandes falsificadores de pasaportes y documentación de la 2da guerra mundial. Trabajaba con la resistencia francesa «la sexta»

Con su trabajo salvo a miles de judíos de ser deportados y asesinados. Según se narra en las memorias escritas por su hija, en una ocasión tuvo la difícil tarea de salvar a 300 niños judíos, falsificando 900 documentos, entre partidas de nacimiento, bautismales y cartillas de racionamiento para cada uno, en solo 3 Días.
Su carrera como falsificador comenzó cuando tenía 19 años, había sido aprendiz de tintorero. En la resistencia tenían un problema muy grave. La tinta Waterman azul, era imborrable y no podían hacer nada para eliminar los sellos de «JUIF» o «JUIVE» (judío o judía) que tenían todas las documentaciones, cual sentencias de muerte. Kaminsky les enseñó que era posible hacerlo con acido láctico, con los años sus falsificaciones mejoraron en complejidad y perfección, usando la técnica del fotograbado, había logrado fabricar sellos y tampones, membretes y marcas de agua. Con una rueda de bicicleta creó una centrifugadora, que le permitía envejecer los documentos.
«Mantenerse despierto. El mayor tiempo posible. Luchar contra el sueño. El cálculo es simple. En una hora puedo fabricar 30 documentos vírgenes. Si duermo una hora, 30 personas morirán«, recuerda en su biografía Adolfo Kaminsky, une vie de faussaire (Adolfo Kaminsky, una vida de falsificador), escrita por su hija Sarah.
Después de la guerra, y siempre en la clandestinidad, Kaminsky siguió falsificando documentos hasta los años 70 para diferentes movimientos, poniendo su granito de arena en conflictos como la guerra de Argelia, la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, contra los dictadores Franco en España o Salazar en Portugal, o para distintos grupos revolucionarios en América Latina.
Él mismo calculó que, solo en 1967, mandó documentación falsa a 15 países diferentes. Incluso falseó documentos para desertores estadounidenses que no querían participar en la guerra de Vietnam.
En 1971 dijo definitivamente adiós a esa vida clandestina y dedicó el resto de sus días a la fotografía y la enseñanza.